El portero es el eterno infravalorado en el mundo del fútbol. Es una posición bastante ingrata porque te señala en los errores y pocas veces te destaca en los aciertos. Una tendencia que empezó a cambiar durante este Mundial que pasó, torneo en el que se le dio a los arqueros el rol que realmente merecen, el de piezas fundamentales.

Un buen arquero puede ser la diferencia entre ganar o perder, la diferencia entre ser campeón del mundo o quedarse a las puertas. Ni más ni menos. Argentina no sería campeona sin los milagros del "Dibu" Martínez. Un tipo que tuvo el valor de aparecer en todas las tandas de penales y también en el minuto 123' de la prórroga, con un pie milagroso sacado por él y empujado por 45 millones de argentinos. Emiliano ha sido nombrado el mejor portero de la cita mundialista, por sus paradas y por lo que transmite a los demás. Un buen cancerbero es aquel que para bajo palos y lidera en el resto de facetas. Es el encargado de transmitir seguridad, confianza y liderazgo. Es el primer ladrillo para construir un buen edificio.

A lo largo del torneo han aparecido otros porteros con poco "glamour" y con mucho rendimiento. Coincide que ninguno de ellos juega en un ningún equipo de los más potentes y además todos pasan de los 26 años de edad. 

Noppert (28) es el guardián de Países Bajos, el arquero que con sus más de dos metros hizo parecer la portería más pequeña de lo que realmente era. Fue una de las razones para que los "orange" hayan soñado con ser campeones del mundo, pero en los penales, Martínez se "lo comió".

Otra de las gratas sorpresas fue Livakovic (27), portero del Dinamo Zagreb y que amargó de principio a fin a la "canarinha". Se mostró seguro en el juego aéreo, ágil en los uno contra uno y felino entre palos. Cuenta la leyenda que en Brasil siguen soñando con él. Croacia tiene portero para rato.

El milagro de Marruecos no se entiende sin Bono (31), el mejor del torneo hasta semifinales. Amargó a Croacia, España y Portugal. Puso un muro en la portería y nada ni nadie iba a derribarlo. La selección marroquí estaba en una misión y la del portero sevillista era mantener la portería a 0. Lo consiguió en la mayoría de partidos y gracias a eso han hecho historia. Fue la primera vez que una selección africana llega a semifinales.

En el fútbol lo más importante es el gol, y el gol se mete y también se evita. "Dibu" ha encabezado la rebelión de los porteros.