Domingo, 20 de Noviembre del 2022 - 20:07 hs. 132
El color blanco y negro predominante en los 60 mil lugares del Al Bayt Stadium se veían apenas salpicados por remeras del color oficial de Qatar durante la ceremonia inaugural en este recinto cautivante que simula una típica carpa de los desiertos. Todo un síntoma de la vestimenta que predomina en hombres y mujeres locales. Solo tres filas de butacas de una cabecera estaban totalmente vestidas de amarillo.
Pero de repente el escenario empezó a mostrar los diseños de los asientos. Iban 10 minutos del segundo tiempo del duelo que Ecuador le ganó 2-0 al local y en el sector de prensa todos empezaron a preguntar si volverían aquellos que en el entretiempo se habían marchado. Ese lleno total inicial pasó a estar al 70% al mismo tiempo que la presencia de hinchas comenzó a descender minuto a minuto. Cuando la pantalla anunció el tiempo adicional, el amarillo ecuatoriano ya predominaba. Apenas permanecía la cúpula de fans vestidos del color granate que alentaron durante 90 minutos con algunos hechos verdaderamente llamativos: coreografías bien estudiadas y la presencia de dos bombos. Los únicos dos en todo el estadio. Toda una rareza teniendo en cuenta que en el estricto control de acceso con escáners a este cronista le pidieron deshacerse hasta de unas golosinas.
La respuesta de los qataríes que permanecieron hasta el final fue idéntica: “No estamos contentos con el rendimiento del equipo”.
Ahmad es un qatarí que habla “un poco” español y dice que está enojado con el rendimiento del equipo. “No es normal”, reconoce cuando se le pregunta por qué se fue el público, pero celebra mostrando sus entradas para los partidos de Argentina cuando le contamos de dónde somos. “No estamos contentos, la performance fue muy mala”, agrega otro fan tras retirarse de este coqueto estadio que, como el Fan Fest y muchos de los recintos populares que tiene este país, cuenta con salas de rezo para respetar los horarios de oración.
“Soy de Siria, pero vivo en Qatar y amo Qatar”, dice uno de los ultras coreográficos acompañado por su hijo que sí nació en este país. Una postal que se repite en cada rincón de la Doha que no se ve en las marquesinas: ciudadanos de naciones cercanas que encontraron en Qatar una oportunidad y abrazaron a este país con cariño. Como Mohamed y su compañero, dos fans nacidos en Túnez, entrenadores de un equipo juveniles local, que celebran la invitación que recibieron para algunos niños del club mientras lucen orgullosos la remera del seleccionado anfitrión.
Argentinos, mexicanos y ecuatorianos que pudieron acceder al partido inaugural no ocultaron su sorpresa por el vaciamiento de las butacas. Incluso en los palcos podían verse los asientos vacíos, pero movimiento en el interior mientras sus ocupantes disfrutaban los paquetes exclusivos con catering y barra. Todo, con el segundo tiempo desarrollándose. Es cierto, Qatar no incomodó casi hasta el final a Ecuador, pero una diferencia de dos goles en el fútbol en el inicio de una Copa del Mundo no suena tan catastrófico cuando restan 45 minutos.
Ernesto Gonzáles Llano y Mara Bayurk, una pareja que llegó desde San Pablo, Tucumán, se sube al mismo bus que Infobae, y cuentan un detalle que podría explicar una porción del enojo local: “Cuando fue el primer gol, los ecuatorianos le gritaron el gol en la cara con euforia a los qataríes y a ellos no les gustó. Cuando el VAR lo anuló, se pararon a mostrarles la bandera de Qatar como enojados”. El torneo dio su puntapié y los ojos del mundo están puestos en cada detalle. Mientras la pelota es la gran protagonista de la escena, Doha se convierte lentamente en un hormiguero de ciudadanos de todo el planeta. Y, por ahora, todo funciona con cierta perfección. Salvo el rendimiento del anfitrión en el debut.