Durante 2022 llovieron 663 milímetros en la zona rural del oeste de Montevideo cuando la media anual debería ser de 1200 milímetros. Este déficit hídrico afecta desde hace meses a productores que ven disminuida su cosecha y en peligro su futura producción.
La tierra está seca, las hojas amarillas y los riegos son racionalizados para preservar lo poco que queda de las vertientes naturales.
Hace más de 50 años que Sergio Martínez y su familia producen frutales de hoja caduca en Melilla. En su predio tienen dos tajamares para regadío, hoy uno ya está seco y el otro sobrevive con escasa agua.
"La capacidad que tenemos es de 23 millones de litros. En este momento tenemos solamente la capacidad de 1 millón, 1.5 millón de litros. Tenemos en otros predios pozos semisurgentes, que daban 12.000 litros la hora en años normales, y en este momento ya están en 2.000 litros la hora. No da para hacer un mantenimiento de regadío en los cultivos", explicó el hombre.
Los árboles frutales que serán cosechados en las próximas semanas y darán frutas de menor tamaño por la sequía. Para que la planta sobreviva los productores quitan parte de los frutos en crecimiento para no exigirlas ante la falta de riego.
Si la falta de agua se da desde el inicio del fruto, el árbol no produce un buen producto por más que llueva los meses siguientes, perjudicando la producción.
"En el caso de las manzanas, no nos va a alcanzar. Nos estamos jugando a la naturaleza y que sea lo que Dios quiera", expresó. "Corremos el riesgo de perder la productividad pero no así los árboles. Pero en algunos casos, estamos corriendo el riesgo de perder los cultivos también", agregó.
Para Martínez, esta sequía es una de las peores de los últimos años.
Debido a los pronósticos negativos, el productor resguardó parte del agua que le quedaba para dar un último impulso antes de las cosechas, con la esperanza de que llueva y se puedan abastecer los cultivos, pero el panorama no es bueno.
"Hablan de que se recompondría en marzo. Ya en marzo nosotros prácticamente estamos cosechando la manzana y la pera a fin de enero, así que muchas posibilidades no tendríamos, pero la esperanza no hay que perderla", dijo.
Por otra parte, los estimativos de cosecha están perjudicados, porque los árboles recién plantados no tendrían el crecimiento previsto.
Martínez sostiene que la situación es triste, para él y para todos los productores que se sacrifican día a día.
"Me duele, porque más allá a veces de los objetivos que tu puedas conseguir económicos o no, es la satisfacción de lo que tu producís, es algo que lo llevamos dentro. Verdaderamente acá cada productor se esmera mucho", compartió.
En la zona rural de Canelones la sequía ha llevado a la desaparición de productores y otros piden que sean abastecidos con agua del Río Uruguay o sus afluentes.
El productor Erick Rolando, de Juanicó, tiene un tajamar de 15 millones de litros. Para que se llene, deberían llover unos 300 milímetros de continuo. Por primera vez, se secó. Se debe a que tampoco se llenó en otoño e invierno, explicó el productor: "La semana pasada apagamos todas las bombas porque ya no había más y toda esta zona quedó seriamente comprometida. Estos cultivos que son uva de mesa, durazno y manzana, que no van a seguir siendo regados a no ser que llueva. El caso de la uva de mesa y el durazno ya no tiene solución. Lo que se cosechó rindió menos de la mitad".
Los productores están utilizando "alguna reserva que puedan tener o sacando crédito para sobrevivir", por parte del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP). "Pero ya hay muchos que tampoco optan por esta opción porque ya vienen endeudados o quizá no puedan pagarlo", dijo.
Para los productores este tema no se soluciona con el agua de lluvia, sino con traer agua de zonas "prácticamente inagotables como el Río Uruguay o sus afluentes".