Centenares de simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro están detenidos tras vandalizar las sedes de los tres poderes en Brasil. Los atacantes reclamaban a las fuerzas armadas que destituyan al presidente Luiz Inácio Lula Da Silva.
Como respuesta, Lula da Silva, decretó ayer la intervención federal en el área de Brasilia. Afirmó que los «vándalos fascitas» «pagarán con todo el peso de la ley».
Por su parte, Bolsonaro se expresó rechazando la invasión de los edificios públicos. Sin condenar la intención golpista de los atacantes, recordó episodios vinculados a la izquierda de su país mientras gobernaba.
El presidente de la República, Luis Lacalle Pou, retuiteó en su cuenta personal el mensaje de Cancillería, agregando: «Lamentamos y condenamos las acciones llevadas a cabo en Brasil que atentan contra la democracia y las instituciones».
Desde el sistema político uruguayo también se condenaron los hechos. El senador nacionalista Jorge Gandini afirmó que lo ocurrido en Brasil no fue un intento de golpe de Estado, pero sí un reclamo de golpe de Estado. Por lo que consideró importante y valioso que el sistema político se haya expresado en contra.
El senador de Cabildo Abierto, Guillermo Domenech condenó lo sucedido y afirmó que Lula es un presidente incuestionablemente designado de manera democrática.
Desde el Frente Amplio, el senador Mario Bergara también se expresó al respecto y dijo que vive la situación «con enorme preocupación y reclamando cosas que ya se están dando que son una respuesta inequívoca a estos hechos que procuran erosionar la democracia en Brasil y en todo el continente».
El expresidente Julio María Sanguinetti, que recientemente participó de la asunción de Lula junto a Lacalle Pou y José Mujica, opinó que lo ocurrido en Brasil «se calca con lo que ocurrió en Estados Unidos cuando se tomó el Congreso».
«Ambas responden a lo mismo, es decir agitadores de derecha que no son políticos conservadores, debemos distinguir claramente», agregó.